¿Qué pueden hacer los padres para prevenir el consumo
temprano del alcohol y sustancias psicoactivas en sus hijos?
¿Por dónde empezar?
¿Existe un manual? ¿Y porque mi hijo(a)?
Son muchas las
preguntas que surgen cuando de éste tema se habla, o pensamos: “Eso no va a
ocurrir en mi hogar”. Pero, ¿qué pueden hacer los padres-madres para prevenir
el consumo a temprana edad? El problema principal, es que <<beber es un fenómeno cultural en nuestro
país y la mariguana en la
dosis personal no hace daño>>, sirven tanto para superar una
situación de estrés o tristeza como para conmemorar celebraciones y divertirse.
Todos los padres
deberían estar preocupados por este asunto, tienen la obligación de saber dónde están y qué hacen sus hijos “ya
que son lo más importante que tienen”. El problema es que nos enseñaron:
matemáticas, cómo hacer una entrevista de trabajo, cómo ascender en nuestro trabajo...,
pero no
a educar a nuestros hijos». Por este motivo se aconseja que los padres estén
muy próximos y muy atentos a lo que hacen los menores. No se trata de seguirlos, ni de olerles el aliento cada vez que regresan a casa. Se trata más
bien de fomentar con ellos la comunicación
desde pequeños, hay que saber escucharles, hablarles y mantener diálogos
fluidos para que se establezca un vínculo importante de confianza. La buena comunicación
es un salvavidas».
Si existe una buena
comunicación en el hogar, se favorece que en el momento en el que el niño(a) o
adolescente salga de casa por primera
vez sea capaz de contar sin problemas lo que hace y lo que no hace, para
tranquilidad de todos. «Lo malo —apunta— es que muchos
padres se esperan a que su hijo tenga 14 años y salga con sus
amigos para preocuparse por estas cuestiones y, si no se ha trabajado antes la
comunicación y valores como el respeto a las normas, la responsabilidad o la
empatía, será carne de cañón cuando esté con su grupo de amigos puesto que hará lo que el grupo quiera y no lo que él sepa que es más
adecuado».
También es
importante que los padres se conviertan en un referente, que cada vez que el
niño le cuente «mamá mira lo que ha dicho en clase este niño», los padres sepan
decirle que eso está mal y las razones. De esta forma el niño irá aprendiendo pautas de comportamiento y a
saber cómo se debe actuar correctamente. Los padres deben, además, ser
consecuentes y no pueden pedir al niño que no beba si los padres consumen
bebidas alcohólicas habitualmente en casa.
Pautas ante una
sospecha de consumo de alcohol y o drogas psicoactivas
—Actuar con
prudencia, valorando la dimensión y la gravedad del problema, tratando de ajustar
nuestra reacción a la situación de forma proporcionada.
—Conocer las
circunstancias del consumo, saber el tipo de relación que nuestra hija o hijo
está manteniendo con el alcohol y/u otras sustancias (experimental, como
diversión, como forma de relacionarse,...), apostando por la comunicación y el
diálogo.
—Fomentar que los
canales de comunicación se mantengan abiertos. Es normal sentir
angustia, preocupación y desorientación, pero la pérdida de control, el
alarmismo y las actitudes persecutorias, solo ocasionan más angustia.
Conviene evitar:
—Acusaciones,
bombardeo de preguntas, actitudes de vigilancia y posturas
excesivamente rígidas y coercitivas.
—Imponer
inmediatamente una norma rígida, antes de recabar información.
—Actuar con
indiferencia ante una sospecha o evidencia de consumo. El mensaje que
transmitimos sería «no nos importa que consumas».
—Registrar
pertenencias y habitaciones: no se obtiene certeza del
consumo y provoca respuestas evasivas y de negación, rechazo y enfado. Se vive
como una traición a la confianza.
Para prevenir o corregir en estas
situaciones, los padres deben:
1. Hablar muy claro entre los
esposos y con los hijos desde muy temprana edad, de los peligros,
tanto físicos, mentales, económicos, religiosos y sociales, que suponen todas
las drogas: denominadas blandas y duras, alcohol, tabaco, juego,
apuestas, etc. En todas las adicciones se entra fácilmente, casi
jugando y ya no se puede salir. Las conversaciones con los hijos tienen
que estar llenas de amor en la forma de expresarse y firmeza en el contenido,
de manera que permitan la sinceridad y apertura por parte de los hijos, para
contar las situaciones vividas en sus días escolares. También deben
ofrecerles alternativas, para que su tiempo libre lo dediquen a su sano
esparcimiento y formación social y religiosa. Hay muchas actividades, donde los
hijos pueden aprender a desarrollar los valores humanos y religiosos,
que les ayudarán a estar prevenidos, contra los problemas que le acechan.
2. Mantenerse muy
alerta, revisando periódicamente y al azar los bolsillos, mochila,
libros, habitaciones y posibles escondites de los hijos, para determinar si hay
rastros de posesión o consumo de drogas. El olfato y los signos
externos físicos, también deben usarse. Vigilar el apetito, los horarios de
entradas y salidas de la casa. Preguntar por la procedencia de objetos
desacostumbrados y caros para su economía, encontrados entre sus pertenecías.
Analizar los ingresos y gastos del dinero de los hijos.
3. Examinar
periódicamente, las llamadas recibidas y enviadas en los teléfonos privados de
los hijos y en el de la casa, pues ahí quedan reflejados, los números de las
personas con los que más contacto tienen. En función de esas llamadas, pedir las
aclaraciones pertinentes, sobre las personas con las que se relacionan. Esta
disciplina por parte de los padres, choca frontalmente con el concepto tan
extendido, sobre todo en esta sociedad, de la privacidad a la que se creen que
tienen derecho los jóvenes. Pero los padres deben entender y hacerlo entender,
que por encima de la privacidad de los hijos, está su bienestar y el de toda la
familia, además del riesgo de responsabilidad civil que adquieren los padres
con los hijos.
4. Repetir
constantemente, que una de las fuentes más importantes de captación, para
hacer miembros de las pandillas y para la venta de drogas, es el Internet.
Vigilar las direcciones de las personas, con las que se han puesto en
conversación a través de los Chats, las páginas que han sido visitadas y
los correos recibidos y enviados. Esto es fundamental, para conocer el
tipo de relaciones que mantienen los hijos.
5. Preguntar por los
orígenes, dedicación y características de los amigos más frecuentados. Si
es posible, intentar conocer a sus familiares, para hablar con ellos sobre
estos mismos conceptos, de mantener el estado de alerta permanente, que tienen
que tener los padres con sus hijos. En caso necesario, convencer a los hijos
que deben eliminar las relaciones con determinados amigos, que aparentemente
estén llevando una vida difícil de conocer.
6. Pedir ayuda a los
profesionales, maestros, médicos, psicólogos, sacerdotes y autoridades escolares o
policiales, ante la menor sospecha, del comienzo de una desviación hacia las
drogas o hacia las pandillas. Si ve o siente que están sus
hijos siendo acosado por los vendedores de drogas o por los
pandilleros, es imprescindible informar a la policía de lo que le está
sucediendo. Se tiene que intentar tener la suficiente confianza con los
hijos, como para que éstos cuenten a los padres, quienes venden la
droga y cómo lo hacen. Es conocida la presión que los vendedores ponen a
los jóvenes para que compren la droga, infiriéndoles incluso amenazas
físicas y verbales, en el caso de que no quieran comprar la droga para
consumirla o revenderla.
7. Deben hablar con los
maestros, de la situación que sus hijos ven en las clases o de lo que los
padres han observado en el comportamiento familiar. Los maestros, en
combinación con los padres y la policía, pueden hacer una gran labor de
prevención y erradicación de las drogas, tomando medidas en la escuela, el
hogar y la calle respectivamente.
8. Al detectar el
problema en uno de los hijos, es muy posible que los otros hermanos, también
se vean acosados por la misma situación. Entonces la gravedad empieza
a agrandarse y las soluciones son más difíciles de tomar y de mayor
envergadura. Es muy posible que los padres, tengan que plantearse el tener
que cambiar de escuela. Seguramente se tendrán que enfrentar a la
resolución de otros problemas, como son el traslado diario de los hijos a
las otras escuelas y algunas cosas relacionadas con los libros y el uniforme,
pero no se puede dejar que el problema de las drogas, arruine la vida de sus
hijos o determine que el porvenir de ellos sea el hospital o
la cárcel.
9. Las medidas de
prevención imprescindibles que tienen que realizar los padres, tienen que
estar soportadas porque los padres estén muy unidos, aunque se dé
la paradoja de que estén divorciados, y que continuamente estén dando
un buen ejemplo de comportamiento entre ellos y ante sus hijos. Los
padres, no pueden exigir la sinceridad de los hijos, ni que cumplan con
las reglas de la disciplina, si ellos no dan previamente un
buen ejemplo de convivencia familiar, religiosa y social.
10. Evite las excusas
más usadas por los padres, para no involucrarse en la educación de sus hijos,
ni para preocuparse de las soluciones descritas anteriormente, son las
siguientes:
Ø No quiero
inmiscuirme en la vida privada o intima de mis hijos, ejerciendo
control sobre sus actividades. Tengo que dejarles que hagan lo que quieran en
su tiempo libre y con su dinero, con tal de que vayan bien en sus estudios.
Tengo que darles la completa libertad para que sean dueños y responsables de
sus actos.
Ø Desconozco el
manejo del Internet (Chats) y de los sistemas modernos de los teléfonos
(Mensajes). Nunca los he usado y ya soy muy mayor para empezar a conocerlos.
Ellos los utilizan cómo, cuándo y con quién quiere.
Ø Debido al excesivo
trabajo que realizo para poder mantener dignamente la familia, no
tengo tiempo de dedicarme a las cosas de mis hijos. Cuando llego a casa
estoy demasiado cansado(a) como para pensar en lo que han hecho los hijos. La
educación de ellos la dejo en manos de los maestros.
Ø No se inglés
para entender las conversaciones que mantienen entre ellos, ni con sus amigos,
que libremente han escogido, ellos sabrán si les convienen o no, es su
libertad.
Responsabilidad civil. Los padres no se
deben olvidar, que si la policía detiene a sus hijos menores de edad, en una
redada antidroga o consumiéndolas, es muy posible que los lleven a la cárcel
juvenil o los entreguen provisionalmente a una familia, incluso lo pueden
hacer también con sus otros hijos, que vivan en la casa.
Los padres son responsables
subsidiariamente, de todos los cargos económicos que sus hijos cometan en
atropellos, choques de automóviles, robos, daños materiales y físicos en las
propiedades o personas. Hasta podrían perder sus casas u otras propiedades, por
tener que responder de su responsabilidad civil.
En una próxima
lectura veremos que son los factores de riesgo y los factores de protección
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