El Equipo de Orientación Escolar con
apoyo de los profesionales del Equipo Psicosocial-Colsubsidio realizó
recientemente una serie de talleres dirigidos a padres de familia y/o
acudientes de ciclo inicial y uno, con el objetivo de brindar herramientas
y orientaciones generales orientadas al fortalecimiento de hábitos y
manejo adecuado de pautas de crianza de los niños y niñas.
A continuación compartimos algunos de los elementos que se abordaron en este espacio.
1. ¿Qué son las
pataletas infantiles?
Las
pataletas o rabietas infantiles son un estado de impaciencia y enfado, que
puede originarse cuando las capacidades y/o habilidades de las niñas y los
niños no les permiten obtener lo que quieren, siendo totalmente normales,
necesarias e indicativas de un correcto desarrollo entre los 2 y 5 años, por lo
que a esta edad no constituyen por sí mismas un trastorno.
2. ¿Cómo actuar ante una pataleta?


Mantener la calma: Cuando los niños se muestran reactivos y tienen dificultades para escuchar, a menudo es preferible estar callados. Hablar y hablar a nuestros hijos mientras
Están alterados suele ser contraproducente, pues
estamos proporcionándoles mucho input sensorial que puede desregularlos más
todavía. En vez de ello, es mejor utilizar más comunicación no verbal.
Abrázalos. Masajéales la espalda. Sonríe u ofrece expresiones faciales
empáticas. Asiente. Después, cuando empiecen a calmarse y estén preparados para
escuchar, puedes redirigir introduciendo las palabras y abordando el problema
en un nivel más verbal, más lógico.


Contacto físico: Si aportas empatía y tu
presencia tranquila durante la rabieta harás que las cosas sean más fáciles y
menos exageradas, tanto para ti como para tu hijo, y proporcionarás al pequeño
la capacidad para manejarse mejor en el futuro, pues la sensibilidad emocional
refuerza en su cerebro las conexiones integradoras que le permitirán tomar
mejores decisiones, controlar su cuerpo y sus emociones, y tener en cuenta a
los demás. Conectar es compartir la experiencia de tu hijo, estar a su lado,
acompañarlo en este momento difícil. Con ello le ayudas a integrar su cerebro y
le ofreces la regulación emocional a la que es incapaz de acceder por su
cuenta. Después puede regresar a la corriente del río del bienestar. Le habrás
ayudado a pasar de la reactividad a la receptividad, a construir el cerebro y a
intensificar y fortalecer el vínculo que los une.
Habla
con él o ella: Sabemos lo desagradable que puede ser un
berrinche. Lo sabemos, no te quepa duda. Pero en el fondo todo se reduce a
esto: ¿qué mensaje quieres enviar a tus hijos? Esto no significa que debas
dejar al niño hacerse daño, romper cosas o poner a los demás en peligro.
Todavía puedes, y debes, fijar límites. A un niño que arroja una figura de Bart
Simpson contra un frágil despertador Hello Kitty no le dirás simplemente:
«Hijo, parece que estás disgustado.» Una respuesta más adecuada será decir algo
como: «Veo que estás alterado y te resulta difícil quedarte quieto. Te ayudaré.»
Quizá tengas que cogerlo en brazos con tacto o guiarlo hacia el exterior
mientras sigues conectando —valiéndote de la empatía y el contacto físico,
recordando que él te necesita— hasta que se haya calmado. Una vez que tenga más
control sobre sí mismo y se halle en un estado de ánimo receptivo al
aprendizaje, puedes discutir con él lo que le ha pasado.
Los niños necesitan que fijemos límites y comuniquemos
nuestras expectativas. Pero aquí la clave es que la disciplina debe comenzar
con la educación de los hijos y la sintonización con su mundo interior, lo que
les permitirá saber que sus padres les ven, les oyen y les quieren, incluso
cuando estén haciendo algo malo.
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